sábado, 15 de mayo de 2010

Y soy rebelde cuando no sigo a los demás


"¡Hay que romper!" ¿Cuántas veces no se escucha esta frase tan sobada? Parece slogan de campaña. Existe la gran necesidad de ser diferentes, que los demás comenten cuán inteligente es uno. Brillar, alimentar nuestro gran ego. Da la impresión de que todos quisieran ser rebeldes, como un grupo musical recientemente separado.



Pero qué caso tendría destruir unas ruinas; o, por ejemplo, golpear las rocas de una montaña, darle de martillazos a unas dunas de arena, volver a tirar el muro de Berlín. En la antigua Grecia la rebeldía contra los dioses se justificaba porque no le permitían al hombre tener el control de su destino; sin embargo, la rebeldía contra la naturaleza se consideraba una acto banal. Rebelar las cosas contra su naturaleza sólo las deja sin significado, sin esencia; las vacía.



El rebelde verdadero busca el orden natural de las cosas. (Y aquí no me mal interprete el lector; no me refiero a ordenes morales, sino naturales. Sobre todo, lo digo por el último debate relacionado con los matrimonios homosexuales. Creo que una persona avezada podrá discernir cuál es la verdadera naturaleza del ser humano; los griegos podrían ser una buena imagen). El rebelde verdadero ve caos e incomprensión en su mundo. No soporta la absurdidad del mundo que le rodea. Entonces, necesita darle un sentido y significado. Es cuando actúa.



Lo que veo en el presente es sólo la búsqueda de la destrucción pero sin nuevo orden y significado. Por eso da la impresión de que las artes, la literatura están acabadas, y todo en general. Este es un punto clave. "Hay que romper" pero normalmente se vuelve la mirada a cosas que ya están rotas. Rompemos el jarrón, luego, las piezas más grandes, después, los pedacitos, luego, los pedacititos, luego el polvo. Supongo que he llegado al punto.


Las vanguardias tuvieron su trascendencia porque buscaban la manera de expresar la verdadera naturaleza humana, destruyeron estructuras falsas.


No puedo asegurarlo del todo, pero creo que se busca acabar con lo que ya se acabó en otros años y no queremos meternos al tiro de traer abajo las estructuras falsas que reprimen nuestra naturaleza ahora, por eso no encontramos nuevos significados. El hombre sin leyes simplemente no puede vivir. Como ya lo demostró Sade en sus novelas.

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